¿Tienes una idea genial, pero no sabes si funcionará? La validación es uno de los pasos más importantes (y olvidados) al emprender. En este blog te explicamos cómo validar tu idea paso a paso, reduciendo el riesgo y aumentando tus posibilidades de éxito.
Paso 1: Define claramente el problema que resuelves
No empieces por el producto. Empieza por el dolor. ¿Qué problema estás solucionando? ¿A quién afecta? ¿Con qué frecuencia ocurre?
Consejos:
- Formula el problema como una pregunta simple.
- Asegúrate de que el problema sea frecuente y doloroso para tu público objetivo.
Paso 2: Habla con personas reales
No hay validación sin contacto con usuarios. Entrevista a personas que podrían usar tu producto. Pregunta cómo lo solucionan hoy, qué les molesta y qué valoran.
Errores comunes:
- Entrevistar solo amigos y familiares.
- Preguntar «¿te gustaría?» en lugar de «¿lo usarías/pagarías hoy?»
Paso 3: Construye un MVP (Producto Mínimo Viable)
Crea la versión más simple de tu solución que permita probar la propuesta de valor. Puede ser una landing page, un prototipo, una demo interactiva o incluso un servicio manual.
Tips:
- El MVP no es el producto final. Es una herramienta de aprendizaje.
- Enfócate en lo funcional, no en lo bonito.
Paso 4: Mide el interés real
Lanza tu MVP con una acción concreta: que las personas se registren, paguen, te den su correo, etc. Eso te dirá si el problema es real y tu solución relevante.
Indicadores útiles:
- Tasa de conversión.
- Feedback directo.
- Tiempo de uso o interacción.
Paso 5: Itera según el feedback
La validación no termina en el MVP. Escucha lo que funciona y lo que no, mejora tu propuesta, vuelve a probar. Es un ciclo de aprendizaje continuo.
Herramientas sugeridas:
- Google Forms para encuestas.
- Figma o Canva para prototipos.
- Typeform + Notion para flujos simples.
Conclusión: Validar no es una moda, es una metodología. Te ayuda a construir algo que las personas realmente quieren. Antes de levantar capital o invertir más tiempo, valida. Porque la mejor manera de fracasar… es construir sin preguntar